Baana y Recab
Is-boset contaba con dos sujetos que comandaban bandas armadas. Uno de ellos se llamaba Baana, y el otro Recab, y ambos eran hijos de Rimón el beerotita y pertenecían a la tribu de Benjamín. Beerot se consideraba parte de Benjamín. 2 Samuel 4:2.
No prestar atención al pasado nos trae problemas en el futuro. Tomar decisiones sin conocer la voluntad de Dios puede colocarnos en situaciones terriblemente difíciles. La historia de Baana y Recab nos enseña claramente la necesidad que tenemos de observar para aprender.
Is-boset era cobarde. Le tenía miedo a Abner, y cuando este murió, sintió más miedo porque no tenía quién lo defienda. Para complicar más su situación, los dos hermanos que quedaron con el control militar lo traicionaron y lo asesinaron en su propio dormitorio, mientras dormía la siesta.
Entre los problemas de Baana y Recab no estaba la cobardía, pero tampoco sabían lo que era la fidelidad.
Todos hacemos diariamente lecturas de la realidad. Pero no siempre son correctas. Frente a determinados acontecimientos tomamos ciertas decisiones, que traerán precisas consecuencias. El ciclo es constante.
Baana y Recab mataron a traición. Si en lugar de actuar impulsivamente hubieran pensado en la forma de reaccionar de David en situaciones similares, habrían procedido de una manera diametralmente opuesta. Hasta podrían, como lo hizo en su momento Abner, ofrecerse como colaboradores en el proceso de unificar al pueblo de Israel bajo su mandato; quién sabe si David los habría recibido.
Tomar decisiones de manera imprudente, sin observar todos los aspectos que están involucrados en ello, nunca será una bendición para la sociedad, ni para la iglesia, ni para la familia. Puede llegar a ser muy peligroso para ti y para el grupo que te rodea. No creo que un rey te mande matar por el error, pero un amigo puede ser herido, un hermano puede ser decepcionado o un conocido, chasqueado.
Si lo piensas profundamente, el gran error de los dos hermanos, que podemos repetir en otros aspectos de nuestras vidas, no fue tanto la traición (que es una pésima decisión) sino tomar una decisión sin consultar a Dios.
Tenemos que aprender a ser absolutamente dependientes del Cielo en cada momento de nuestras vidas. Las chances de errar, con Dios a nuestro lado, son nulas.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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