Reflexiones para tí.

Ciudadanos de otro Mundo

Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:13-16

Los hijos de Dios, aun cuando sabemos que vivimos en este mundo, y somos conscientes del valor de su existencia terrenal, como vimos ayer, sabemos que, en última instancia, este mundo no es nuestro hogar. Sabemos que tenemos una patria mejor, la “celestial”. Sabemos que nuestro Hogar, con mayúsculas, está en el cielo, y nuestro texto de reflexión nos presenta a los creyentes “saludando”, desde lejos, a nuestra Patria celestial. Y, por eso, nos consideramos “extranjeros y peregrinos sobre la tierra”. Sabemos y sentimos que estamos aquí tan solo de paso, de viaje, rumbo a nuestro Destino eterno, y no tenemos planes de hacer de esta vida temporaria nuestro paraíso (cosa totalmente utópica), sino que nuestro corazón está puesto en ese mundo mejor que Jesús ha ido a preparar, y que compró para nosotros con su sangre.

¿No tiene derecho Dios a alentamos con la bendita esperanza de ese mundo mejor, de felicidad, paz y seguridad, que todo ser humano, en su fuero íntimo, anhela para sí y para sus seres amados?

Si bien esta vida terrenal tiene todavía, a pesar del pecado, muchas cosas buenas provistas por Dios, también está saturada de frustraciones, y desengaños, amén de la maldad y la degradación reinantes. Pero las “cosas de arriba”, de Cristo, están llenas de amor, pureza y felicidad.

Pon, entonces, tu corazón donde debe estar y, aun cuando debas planificar tu vida terrenal, que tus planes más importantes y definitivos tengan que ver con llegar al cielo, junto con tus seres amados, y llevar contigo a tantos cuantos puedas, al compartir con ellos el mensaje del amor de Dios.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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