Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Juan 1:45, 46.

Dentro de la imitación de Cristo, que está en la base de la vida cristiana, de ser un discípulo, hay una actitud espontánea de parte de aquel que siente que, en Jesús, ha encontrado el “tesoro escondido”: querrá compartirlo con aquellos que lo rodean.

Cuando conocemos a Jesús y hemos llegado a saborear su amor, su sabiduría y su poder, queremos que otros participen también de esta bendición. No estoy hablando aquí de solo ganar adeptos para una determinada confesión religiosa, sino de que aquellos que amamos sean bendecidos por su relación con Jesús, así como lo hemos sido nosotros.

La respuesta de Felipe a Natanael, luego de contarle que halló al Mesías, es admirablemente sencilla, espontánea y certera. No se pone a argumentar teológica o filosóficamente con Natanael para demostrarle que Jesús es el Mesías esperado; tampoco lo reprocha por su mente prejuiciosa ni le da una cátedra moralizante acerca de la no discriminación. Sencillamente, le dice: “Ven y ve”. Es decir: “Prueba a Jesús, conócelo por ti mismo, y comprueba por tu propia cuenta, no solo por el testimonio de la experiencia ajena, cuánta bendición hay en conocerlo”.

Así es como los discípulos podemos ir cumpliendo la misión cristiana. Habrá casos en los que será importante sentarse a argumentar, presentar evidencias racionales, filosóficas, científicas e históricas de la veracidad de la Biblia y del carácter mesiánico de Jesús. Pero lo que más necesita la gente es tener un contacto personal con el Salvador, y comprobar por experiencia lo hermoso que es conocer a nuestro Señor.

¿Tienes hoy un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, de estudios, de deportes, o un vecino al que te gustaría que conociera a Jesús? Dile lo que significa para tu vida; cuéntale con sencillez la alegría y la bendición que representa para ti haberlo conocido y haberte decidido a ser cristiano. Comparte con él materiales cristianos. No argumentes demasiado; dile, como Felipe, sencillamente que se dé la oportunidad de conocer a Jesús.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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