Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?… Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos… Buscadprimeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:24-33.

Jesús nos invita a elevar la mirada por encima de lo que podemos ver, sentir y tocar, para confiar en que esta no es la única realidad. Contrariamente al dicho popular de que “la única verdad es la realidad” (con lo que se hace alusión a lo que se puede ver y palpar), Jesús nos dice que existe otra parte de la realidad total que, aunque invisible, interviene permanentemente en nuestro mundo material: es la realidad del amor de Dios, de su poder y de su constante providencia, que obra para satisfacer nuestras necesidades reales (no imaginarias o caprichosas) y aun muchos de nuestros gustos legítimos.

Si algo tan efímero como las flores recibe la atención de Dios, su esmero en hacerlas tan bonitas, y tan variadas en forma, textura y color, aun cuando su existencia terrenal no pasa de unos pocos días, con cuánta más razón tú, que eres imagen y semejanza de Dios, su hijo amado, redimido al precio infinito de la sangre de Cristo, serás sostenido, protegido y ayudado por Dios. Tu Padre celestial tiene mil recursos que tú no conoces, para proveer a tus necesidades. No te preocupes. Vive confiado. No pongas tu esperanza de felicidad en lo material. Ya tienes lo más fundamental: tienes la vida y el cuerpo. Atiende a lo más importante, que es buscar el Reino de Dios y su justicia, y Dios se encargará del resto.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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